Muchas veces nos desilusionamos de la situación actual, donde no hay un derrotero o paradigma en cuanto a los valores humanos y éticos. Vivimos un mundo en desorden, en caos, de irrespeto a la persona humana, donde impera la intriga, la discordia, las malas intenciones, las calumnias, la poca tolerancia, la inestabilidad social y económica, donde no hay respeto por la vida. Y así todas estas situaciones generan un ambiente perturbador, y donde algunas personas están esperando que otros cometan “fallas” o errores, para aprovechar la ocasión y “caerles” para desprestigiarlos, muchas veces tergiversando los acontecimientos o acciones, creando todo un ambiente de desazón y de desconcierto, y esto se aprecia en todos los campos: en el trabajo, en las relaciones interpersonales y hasta en la convivencia familiar.
Ante todo este panorama, uno se pregunta: por qué se dan todas estas circunstancias y comportamientos, por qué este “estilo de vida” tan nefasto y desilusionante en las últimas décadas en el desenvolvimiento humano, hacia dónde vamos? Y hasta se ha llegado a la situación actual donde las personas buenas y de valores éticos, morales y humanos son considerados los malos, y a los de conducta irregular o pecaminosa los catalogan como los buenos, donde lo correcto es incorrecto, donde las acciones buenas las tildan de malas y viceversa, es decir, pareciese un mundo al revés y contradictorio.
Habría que analizar lo que ha fallado en el ámbito social que ha conllevado a toda esta situación deprimente o decepcionante, donde está en entredicho la dignidad de una persona.
¿Y sin ser un experto en la materia y analizando o “cavilando” qué es lo que ha originado todo este desenlace?, podemos observar que:
Entonces, si anhelamos un mundo de convivencia y de estabilidad económica y emocional, ¿cómo vamos a poder lograr alcanzar una posible felicidad en medio de estos hechos y circunstancias?
Podemos deducir que vivimos en un mundo social, donde predomina lo que se conoce como: “crisis de valores”, y que para corregir, controlar o anular esta anomalía, se requiere de un cambio radical en los aspectos sociales, en la educación, en el trabajo, en la política o manejo gubernamental económico, comenzando por una modificación en el sistema de valoración monetaria y que sea justo y equitativo.
Esperemos que un día haya una transformación sustancial donde podamos vivir en armonía y con cierta felicidad ¡!.