Toro, Valle del Cauca
Escritos, Crónicas o Poesía

Una Muestra del Talento con las Letras de Nuestros Toresanos

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La casa se vuelve grande, más silenciosa y ordenada


Un día te vas a dar cuenta de que ya no existe ese ruido infantil que tanto desgasta y ese caos es silencio que perturba, esa alegría chiquilla y esas rondas fueron convertidas en canciones “modernas” y pornográficas.

Y es de repente que caes en cuenta de que el baño ya no es un baúl desordenado, lleno de juguetes, y que no te han dejado en el lavadero esa camiseta preferida ya manchada de tinta o pintura, ni hay muñecas dormidas en un sillón, ni ropa desparramada por la casa.

Un día te vas a dar cuenta de que no hay carreras y carcajadas interminables; ni risas a escondidas en la cama para contradecir al sueño; ni cuentos a quien leer, ni cobijas a quien tapar a medianoche, ni monstruos a quien espantar, tampoco habrá la fiesta sorpresa donde recibes el libro de siempre junto a nuestros propios calzones empacados en papel de regalo y un pastel de juguete acompañado de tarjetas hechas a mano con crayolas.

Un día te vas a dar cuenta de que la casa está llena de recuerdos y muchas anécdotas, que sobran platos en la mesa y que todo está en orden; sin mochilas en el suelo de la entrada, sin lápices desordenados en el pupitre de colores, ni esa ropa que no entra en el cesto y que las camas no se desordenan.

Un día vas a sentir que ya no eres el héroe, que solo eres el anciano inútil que no sabe nada, el anticuado, y aunque fuiste firme, corregiste sus conductas y les mostraste lo que estaba bien y lo que estaba mal, el que impuso normas y reglas, ahora eres el que ya no provee y solo enferma.

Un día serás huérfano de tus hijos que crecieron con el consentimiento de la vida y te sentarás en un sillón con el libro de la vida y echarás de menos una voz inocente que te interrumpa, cada página que pases, léela con detenimiento porque esa ya no vuelve.

Y un día también ellos sabrán que un padre se regocija más en la felicidad de sus hijos que en la propia. Y un día ellos se van a dar cuenta de que ya no existe ese ruido infantil que tanto desgasta …

Este texto es un recordatorio conmovedor de que el tiempo pasa rápidamente y que nuestros hijos crecen demasiado rápido. A medida que pasan los años, la casa se vuelve más silenciosa y ordenada, y se siente la falta de la energía y la vida que los niños aportan al hogar.

Es importante recordar que aunque las etapas de la vida de nuestros hijos cambien, siempre podemos mantener nuestro papel como guías, mentores y padres amorosos. Aunque ya no seamos los héroes que nuestros hijos necesitan, siempre podemos ser una presencia constante y cariñosa en sus vidas.

Es natural sentir nostalgia por los momentos que han pasado, pero también es importante apreciar los recuerdos que hemos creado juntos y los momentos que aún están por venir. La vida es un ciclo constante de cambio y crecimiento, y aunque nuestros hijos crecen y se alejan, siempre podemos mantener nuestra conexión con ellos a través del amor y la gratitud.

En resumen, el texto es una reflexión emotiva sobre la naturaleza fugaz de la vida y un recordatorio de la importancia de apreciar cada momento con nuestros hijos mientras podamos.


Jonh Fredy López Ossa
Viernes 30 de Octubre de 2020